Cuando oyes hablar de determinadas enfermedades, nunca piensas que te van a tocar ni por asombro ni a ti ni a tu familia, sin embargo, cuando te dan la noticia, ..., entras en una burbuja en donde todo es un mundo aparte.
Cuando la veo malita, recostada con su cara de dolor, acurrucada para no molestar con su queja ..., ¡Dios mio, ¿qué puedo hacer?!. Mi silencio a su lado es una constante suplica de misericordia, mi suave caricia intenta dejar en su piel todo el amor que mi alma siente.
Miro al cielo y acepto, pero duele, duele el pecho y el alma.
1 comentario:
Cuesta mucho hacerse a la idea, es muy duro, yo aún espero un milagro aunque el médico diga que no existen.
Muchos besos.
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