Se va acercando el final del año y parece que está siendo como el dicho de "si no te la dan a la entrada, te la dan a la salida" y es que el año comenzó con espectativas y va a terminar descalabrado.
Mis días, semanas y meses se están sucediendo como madeja de lana con la cual haya jugado un minino travieso; cuando parece que ya el cabo va a salir del tirón ....¡zas! nuevo enredo.
Ya no quiero más angustias que no me llevan a ninguna solución, no quiero quedarme en la impotencia como única solución; puede que no sea aun el momento de encontrar el camino, así que aquí estaré esperando que llegue el momento y la forma de comenzar a ... andar, correr, volar...
Mientras tanto, tomaré las palabras de Charles Foucauld:
Padre, me pongo en tus manos.
Haz de mí lo que quieras.
Sea lo que sea te doy gracias.
Estoy dispuesto a todo.
Lo acepto todo,
con tal de que tu voluntad
se cumpla en mí
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Padre.
Te encomiendo mi alma,
te la entrego con todo el amor
de que soy capaz,
porque te amo y necesito darme,
ponerme en tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque tú eres mi Padre.