DIJO DIOS: "HAYA LUZ"

DIJO DIOS: "HAYA LUZ"
Y empiezas a comprender la inmensidad de tu existencia.

jueves, 4 de noviembre de 2010

TU VEJEZ ES MI VEJEZ

Ahora lo veo viejo, ya no es el hombre lleno de energía y genio que no dejaba que nadie se le acercara.

Ya no es aquel que se jactaba de proferir indirectas maliciosas que lastimaban a la fibra más fina del corazón.

Sus improperios ya no reciben un silencio por respuesta de quien tanto calló.

Dejó atrás toda la fuerza que tenía y ahora ...

Soy yo quien lo atiende, aquella a quien él denominaba "el demonio que había entrado en su casa" porque se había llevado a su hijo preferido.

Soy yo quien le acompaña, aquella a quien le despreciaba los besos porque decía que "Judas también vendió a Jesús con un beso".

Soy yo quien le cuida, aquella a la que quiso pegar en el duelo de su esposa porque decía que había sido mala con ella.

"Hoy te veo viejo y me das lástima. No supiste aprovechar todo lo bello que te quise dar desde mucho antes, fuiste despreciando el amor de tu mujer, el cariño de tus hijos, el aprecio de quien se acercó a ti , y ahora te veo sentado en tu sillón llorando porque no puedes cambiar nada de lo que has ido haciendo.

Tu conciencia te pasa revista de cada acontecimiento vivido y te lo presenta como antes nunca lo viste, te ves a ti y a tus miserias, el daño que has ido haciendo y el bien que no quisiste hacer. Descubres con dolor la falsedad de quien te daba una palmadita en la espalda y te revelas contra el recuerdo de quien bajo el manto del cariño solo escondía intereses.

<>, es la frase que me repites todos los días, la frase que ella alguna vez le dijo y que no dejas de tener presente.

A pesar de todo lo que hemos vivido, TU VEJEZ ES MI VEJEZ, lo que hoy no le enseñe a perdonar a mis hijos, mis hijos no sabrán perdonarme. Lo que no sacrifique por ti, mis hijos no sabrán sacrificarlo por mi. El cariño que no te de ahora que lo necesitas, mis hijos no sabrán dármelo a mi."

Pido al cielo misericordia para mi vejez.

¡Como cambiamos!

El haber convivido durante varios días con mi madre me ha mostrado como cambiamos las personas. El hecho de vivir fuera del circulo del hogar nos hacer vulnerables a la posibilidad de moldearnos de una forma tremenda. En estos días no llegaba a reconocerme en mi comportamiento y en el de mis hijos. A menudo pensaba que le estaba trasmitiendo a mi hijos lo que mis padres me trasmitieron a mi de mis abuelos, pero he podido comprobar que todos cambiamos sin apenas darnos cuenta.

(Escrito el 5 de Septiembre de 2010)